viernes, 1 de agosto de 2008

Divagaciones eólicas


No es de extrañar que de vuelta de unas vacaciones en las que el aire, el viento y mandando de ellos Eolo, son los protagonistas; se me fuera el santo al cielo al pasar cerca de los molinos de viento, (ahora aerogeneradores), en la ancha Mancha.
Estos grandes “aspados” son los protagonistas de muchas conversaciones, artículos de prensa especializados o no y variopintas tertulias en los que se debate su uso y abuso, su utilidad, su futilidad, su rentabilidad, su subvencionalidad, su aspecto encima de nuestros suelos, etc.
Yo tengo muy claro, y cada día más, que de la misa no sabemos la mitad; que “las autoridades” nos dan a conocer las verdades, (veraces o no), que quieren que sepamos para que las vayamos digeriendo con tranquilidad. Así que para todo lo que tiene una conexión con la energía: -“qui vivra verra”- como decía con acierto el profeta desconocido, el del arco de triunfo de los Campos Elíseos.
A mi personalmente, (otro pleonasmo), lo que se me ocurrió de vuelta de Piedrahita, (que los dioses nos la conserven), es la disparidad de su tamaño, su cantidad y su supuesto costo con lo poco que representan, porcentualmente hablando, en nuestro consumo total. Eso quiere decir en lenguaje llano que consumimos un huevo y parte del otro y también que las centrales nucleares o no, producen muchas docenas de huevos. De ahí a pensar que somos insaciables en nuestro apetito energético hay un paso muy fácil de dar. Si queréis convenceros del todo basta leer a James Lovelock el creador de la teoría de Gaia, más verde que un pepino en términos ecológicos, que en su último libro -La venganza de Gaia- dice con cifras y señales que aunque sembráramos la tierra de aspados no tendríamos ni para empezar. Todo esto me devuelve a la idea primigenia de que lo único que nadie comenta como solución es que empecemos desde ya a consumir menos, pero mucho menos.
Debe ser que los políticos y los especialistas saben y dan por cierto algo que yo me resisto a creer: que la especie humana es capaz de cavar su propio hoyo antes que dar marcha atrás, aunque sea al ralenti.
Espero que todos se equivoquen para que los que vienen detrás de nosotros puedan disfrutar algo de lo que ahora nos parece banal y corriente.
Aunque sea al ralenti.

1 comentario:

Roberto dijo...

Muy bien Vicente. Estoy de acuerdo contigo en que la principal fuente de energía, aun casi sin explotar, es el ahorro.